Aunque quizá pienses que cuidas a la perfección la piel de tu rostro, lo más seguro es que estés cayendo a diario en errores durante tu rutina de belleza con malos hábitos que están de lo más extendidos
1) Productos no adecuados para ti
Es muy habitual que nos dejemos influir por la publicidad o por la opinión de nuestro círculo más cercano a la hora de escoger nuestras cremas. Sin embargo, no todos los cosméticos son efectivos en todos los tipos de piel y uno de los errores más comunes es escoger un producto que no es el adecuado. Por este motivo, es vital conocer nuestra piel así como las necesidades que tiene. Será la única manera de saber escoger los cosméticos más adecuados.
2) Falta de constancia
¡Qué poca paciencia tenemos! Cuando comenzamos con un nuevo tratamiento queremos ver los resultados de inmediato y, si una cosa tiene el campo de la belleza, es que no existen milagros de un día para otro. Es por ello por lo que, cada vez que empecemos a usar un nuevo producto, debemos de ser muy constantes en su uso. Solo así conseguiremos comprobar sus resultados en nuestra piel. De nada sirve que compremos la mejor crema del mercado si nos olvidamos de utilizarla y recurrimos a ella solo dos veces por semana.
3) Querer usar todo tipo de activos
Si eres una fanática de la belleza, y no paras de leer noticias y recomendaciones sobre las últimas novedades, seguro que estás invadida por términos como retinol, niacinamida o ácido glicólico. No paramos de escuchar sus enormes beneficios para la piel y sus resultados increíbles que los convierten en un must del neceser. ¿Te has parado a pensar que quizá tu piel no los necesite?
Cada piel precisa de algunos tipos de activos, no de todos
La mejor rutina de belleza es aquella que es totalmente personalizada. Son las más eficaces y cada piel precisa de algunos tipos de activos, no de todos. Escucha a tu piel y dale lo que realmente necesita.
4) Saltarse la limpieza facial
La higiene facial es el primer paso esencial para cuidar la piel. Sin embargo hay muchas personas que no la llevan a cabo de forma rutinaria a diario. Tampoco basta con practicarla cada día si lo hacemos de una manera inadecuada. Existen ejemplos muy extendidos como personas que por las mañanas solo usan agua para limpiar su rostro o que utilizan la misma toalla para secar todo el cuerpo.
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